junio 30, 2006





1º de julio de 1974-2006
CUANDO LA MUERTE SE MUTA EN SÍMBOLO



El 1º de julio de 1974, en horas del mediodía, se anunciaba la muerte del tres veces presidente de los argentinos: Juan Domingo Perón, en toda la historia argentina nadie llegó a tal realidad, de regir los destinos de la Argentina y ser elegido en las urnas en tres oportunidades bien distintas.La vuelta del hombre fuerte y reconocido de la Argentina atravesó primero el aeropuerto de Ezeiza aquel 17 de noviembre de 1972, en medio de fuertes disposiciones de seguridad implementadas por la dictadura militar, autodenominada Revolución Argentina, corrían tiempos de Lanusse.
La mañana era lluviosa, fría y nada tenía que ver con un día peronista, de acuerdo al folklore. Miles y miles de personas de todas las edades se embarraron, se empaparon y buscaron un lugar privilegiado para saludar a Perón, 18 años más grande y casi dos décadas donde su pensamiento político había variado, era distinto, diferente, se enfrentaba a otro país cambiante.
El 20 de junio de 1973 fue el regreso definitivo, y fue Ezeiza, tema insoslayable para hablar del peronismo y de toda aquella etapa convulsionada, pero vale decir, tampoco la única.
Perón regresa a la presidencia por tercera vez y con un porcentaje no alcanzado por nadie más en la historia eleccionaria. Mandato corto y con una vicepresidencia que ni los viejos, ni los nuevos peronistas pudieron digerir nunca. Si Evita no lo había sido, porqué esta mujer.
Quizás la mejor forma de expresar este descontento apareció de la mano de los jóvenes peronistas, eran aquellos que apenas habían vivido el peronismo de los 10 años de gobierno, pero también apareció en los viejos resistentes y en miles de peronistas que no entendían al ¨viejo¨.
La teoría del cerco fue una constante y Perón se enfrentó a los jóvenes y no tanto y el abandono de la plaza fue espontáneo. Muchos historiadores actuales, que nada saben y que no han investigado, analizado aquel día, afirman de la echada de Perón, y lo sostienen como si fuera la verdad revelada y no la verdad de los medios.
Perón vuelve a salir a los balcones blindados de la Rosada el 12 de junio, su último discurso y aquel 1º de julio muere, dejando lo peor del peronismo en el sillón de Rivadavia y algo más.
Pero los símbolos aparecen una y otra vez entre la vida que se extingue y la muerte irremediable.
Y nadie puede desmentir que los símbolos existen, se hacen carne y leyenda, son parte de las realidades que asoman y a pesar de las broncas, aparecen los profundos dolores. Miles de aquellos protagonistas del 1º de mayo de 1974 inundaron las adyacencias del Congreso Nacional con los ojos llorosos, abatidos y pensando que el futuro por venir no sería rosa…Pero el muerto no era un muerto más, la pelea anterior había sido con el padre, no el adversario, era la falta de comprensión, por parte del gran padre, por los que habían crecido apretando un viva Perón detrás del decreto 4161.
Estaban los miles de peronistas que habían luchado, peleado y jugado la vida por Perón, diseñando aquella P, con la V de volver. Estaban los que recordaban la muerte de Evita y el llanto de Perón, todo se mezclaba en las filas y el mundo tuvo que hablar de la muerte de un estadista y de un líder. El símbolo fue claro y controvertido, pero toda batalla se aplacó ante la muerte irreparable.
Luego del duelo, el sepelio y el descanso eterno, las controversias volvieron a aflorar, la lucha se profundizó, la marca de Perón quedó acorralada en toda la vorágine de aquellos casi dos años que desencadenaron en la última dictadura militar.
Y el símbolo que se agigantó en aquellos años, entre las broncas del 1º de mayo y la oposición a alguien no deseado, fue la figura de Evita que salió en miles de retratos, en cientos de afiches y en esa especie de simbología esperanzada, luego de la muerte de Perón, que a cada paso mal dado por un gobierno que ya no representaba las aspiraciones populares, iba dejando el sello de aquellos años de añoranza indeleble.